La Búsqueda: Internet

„This is the next century
Where the universal’s free
You can find it anywhere…“

Blur „The Universal“

 

¿Cómo encontrar a alguien? Mejor aún, ¿cómo encontrar a alguien que no quiere ser encontrado? y subiendo la apuesta, ¿cómo encontrar a alguien que no quiere ser encontrado antes de internet? La pregunta puede parecer una nimiedad, pero la realidad es que mi capacidad de búsqueda y mis dotes detectivescas se limitan al buscador de Google. Soy de esos aventureros que consideran que pasar de la segunda página del buscador es entrar, de cabeza y sin red, en la Deep Web, en el mundo oscuro y sin reglas del internet salvaje.

Aún así, me armo de valentía y decido buscar a mi tío abuelo más allá de los confines de la primera página del buscador, en ese espacio donde las reglas se difuminan y todo puede pasar. La primera búsqueda: “Manuel Campón Bautista”, el nombre completo de mi tío abuelo. Llego hasta la página once. Nada. Busco solo: „Manuel Campón“. Página diez del buscador y nada. Pruebo con „Manolo“ y „Manolito“. Idéntico resultado. Suprimo uno de los apellidos, luego el otro, permuto los nombres Et Voilá: Nada. Todas las variantes ofrecen los mismos resultados: listados de morosos, censos de diferentes pueblos, clubes deportivos y un tipo llamado Manuel Bautista que vive en Florida y que debería proteger mejor sus datos. Pero las repetidas búsquedas no arrojan nada significativo sobre el Campón Bautista que estoy buscando.

Existe la posibilidad de que, al iniciar su vida en Alemania, Manuel se inventará un nuevo nombre, un seudónimo poderoso o un nombre más alemán que le facilitase su integración, como muchos asiáticos que deciden adoptar nombres occidentales ante nuestra incapacidad para pronunciar de forma correcta los originales. También pudo pasar que, al llegar aquí, la persona que lo registró no entendiera bien su nombre y lo inscribiese con otro, como le ocurre a Vito Corleone al llegar a Estados Unidos. Manuel, en busca de la levedad, decidió adoptar ese nuevo nombre por comodidad y evitar de ese modo luchar contra la burocracia alemana, tarea por otro lado extenuante y abocada al fracaso. Antes de descartar esta teoría, escribo en el buscador variantes del nombre Manuel: Inmanuel, Emanuel, Mauel, Matuel… Solo consigo volver una y otra vez al señor de Florida, quien parece tener el monopolio del buscador. Si mi tío abuelo decidió cambiarse de nombre o si hubo un error en el registro no será a través de su nombre como lo logre encontrar.

En los siguientes intentos soy más específico, junto al nombre añado Deutschland, primero, Nordrhein-Westfalen y Niederrhein después. Pruebo todas las combinaciones, como haría un cocinero primerizo que conoce todos los ingredientes de una receta pero no sabe cómo combinarlos. El resultado es tan decepcionante como los intentos previos. Encuentro repetidas veces a un estudiante llamado Miguel, que comparte los apellidos de mi tío, y que ha pasado una gran temporada de Erasmus en Alemania, sus fotos lo atestiguan, pero ni rastro de mi familia.

¿Y si el buscador no funciona o no lo estoy usando de forma correcta? ¿Han probado el malsano ejercicio de buscarse a sí mismos en internet, a ver qué encuentran? Quien lo haya hecho habrá observado que el resultado es bastante decepcionante. En la mayoría de los casos: unas cuantas fotos, la mayor parte con cortes de pelo y vestuario que preferiríamos olvidar, algunos comentarios, intrascendentes cuando no inapropiados, o alguna valoración negativa de algún restaurante, al que tras la crítica hemos vuelto varias veces con pudor y miedo a ser reconocidos.

Escribo mi nombre y pulso „Buscar“: Un par de cortometrajes, algunas interacciones en redes sociales, un par de relatos y noticias en algunos medios. Si desapareciese o perdiera el contacto con mi familia, en cuarenta años podrían seguir mi huella digital y con un poco de suerte, uniendo las pistas a modo de puzzle, sabrían algo de mí, al menos de mi perfil profesional. Con mi tío eso resulta imposible. Dudo que Manuel supiera qué era un ordenador, y mucho menos qué era internet, aunque en el último tramo de su vida convivieran en el mismo mundo.

En la serie Black Mirror de Charlie Brooker, donde se desarrollan historias de distopía tecnológica en un futuro cercano, hay un capítulo llamado Be Right Back, en el que se juega con la idea de que en unos años, después de nuestra muerte, podremos ser reemplazados por clones exactos de nosotros que adoptarán una personalidad que será una recopilación de los datos que hemos ido dejando en internet durante nuestra vida: fotos, conversaciones, contactos, compras, búsqueda de temas… Si esto se hiciera con Manuel, con los datos que hay sobre él en la red, el clon tendría la misma personalidad que un modelo de ropa interior o un político de carrera. Sería tan aburrido como cuando ese amigo, que hace tiempo que no vemos, nos quiere mostrar las fotos de sus últimas vacaciones familiares o el vídeo de su boda.

Tras horas de infructuosa búsqueda, no sé qué esperaba encontrar, supongo que algo así como www.manuelcamponbautista.de o www.eltíoabuelodealvaro.com. De golpe, en la tercera página del buscador, encontrar su página web: con galería de fotos, una biografía actualizada hasta después de su muerte, enlaces a sus redes sociales y una sección de contactos donde escribir y preguntar cualquier duda que me quedara sobre él. Pero eso sería tan fácil y tan aburrido como esa gente que teniendo dinero y contactos desarrollan una carrera artística.

Hay una serie documental de 2019 de pocos capítulos Don’t F**k with Cats: Hunting an Internet Killer de Mark Lewis, donde un grupo de personas, que no se conocen entre sí, se organizan a través de redes sociales para encontrar a un hombre que maltrata y mata a un gato en un video casero subido a la red. Para atrapar al asesino, examinan el vídeo frame por frame a la búsqueda de pistas que les conduzcan a su paradero. El trabajo de los voluntariosos internautas es encomiable, una tarea titánica hasta dar con las pistas que les van acercando a la identidad del maltratador de animales. A medida que avanza el documental, los detectives amateurs van encontrando evidencias y pistas, adentrándose en un mundo cada vez más sórdido y escabroso. Pero no quiero destriparos la historia, mejor que la vean. Lo importante de esta historia es cómo un crimen cometido en un video subido a la red puede ser resuelto con las herramientas de internet. En mi caso, eso no es posible, no hay manera de que yo pueda desentrañar o resolver nada de la situación de Manuel en internet, porque él no existe en la red.

Esto me lleva a pensar en los personajes de Borges, Bolaño o Vila-Matas, seres enfermos de literatura, que se dedican a buscar autores o libros perdidos a partir de otros libros o bibliotecas perdidas, en ese juego endogámico donde la literatura es el enigma y también la respuesta. Esto es una lección: para resolver un misterio hay que conocer el medio en el que tiene lugar. ¿Cuál es el medio de mi búsqueda? Conozco tan poco de Manuel, que resolver esa pregunta ahora resulta algo utópico. Por despecho o envidia, busco el nombre de mi tío y añado literatura. Nada. Pruebo con libro. Nada. Antología. ¡Hay un resultado!

Letras amarillas pixeladas sobre un fondo negro, que irritan los ojos tras un minuto de lectura, dan la bienvenida a la página web de un anticuario de libros de Krefeld, cuyo aspecto y diseño podrían rivalizar con el códice más antiguo de la tienda. Usando el rudimentario buscador de la página me muestra un título del catálogo: “Antología del bajo Rin” del año 1985 y publicado por una pequeña editorial “Jakobs&Ritter”. Ya desaparecida, esta pequeña editorial estaba especializada en novelas cortas de terror, western, románticas y eróticas, además de manuales jurídicos… Literatura Pulp y abogados, qué podría salir mal. Miro la información sobre la antología y no reconozco a ninguno de los escritores recopilados, sucesión de nombres aleatorios y que me hace pensar con una sonrisa maliciosa en esa idea infantil de la inmortalidad del autor a través de su obra. Leo M.C. Bautista, las siglas de mi tío abuelo. ¿Es posible que Manuel escribiera en esta antología con sus iniciales? ¿O la “M” pertenece a Michael o Maximilian? Quizá sea por la frustración de horas perdidas buscando a Manuel en internet o por el hecho de no tener ninguna pista sólida, que agarro con todas mis fuerzas esta coincidencia, demasiado leve para llamarla pista, y me dispongo a averiguar si M.C. Bautista es la persona que estoy buscando.

En español „Spur“ es huella, señal que deja el pie del hombre en la tierra por donde pasa y también significa indicio, mención, alusión.

Text auf Deutsch: https://stadt-land-text.de/2022/04/20/die-suche-internet/

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